¿El mal es necesario?
De ahí los gritos de los políticos, de ahí las numerosas calamidades publicas de todas las clases imaginables, calamidades falsas, inventadas, exageradas y el ciego aturdimiento que nos lleva a darles crédito. Estos jóvenes quieren que les vanga de fuera, o fuera se les ponga visible, no la felicidad, sino la desgracia, y su imaginación se esfuerza en hacer de ella un monstruo para ponerse enseguida a lidiar con él. Si estos seres ansiosos de miserias se sintiesen con fuerza para hacer bien, en sí mismos y por sí mismos, sabrían tambien fabricarse miserias propias y personales. Sus sensaciones serían más delicadas y sus alegrías sonarían como bien concretada música, mientras ahora llenan el mundo con sus gritos de aflicción y a veces lo llenan, por lo mismo, de sus sentimientos de aflicción. No saben qué hacer de sí mismos y por eso escriben en la pared las miserias de los demás. Siempre necesitan de los demás. ¡Y otros de otros diferentes! ¡Dispensad, amigos, yo me he atrevido a escribir en la pared mi dicha!
Nietzsche
Nietzsche
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